Una decisión que me cambió la vida

Graduado de Narconon
Eduardo, Graduado de Narconon Navojoa
 

Cuando tenía tan sólo cuatro años sufrí violencia y mis lugares seguros quedaron vulnerables. Con esa edad estaba total y absolutamente indefenso para identificar lo que sucedía y para pedir ayuda, por lo que callé por muchos años algunas cosas que me sucedieron. Por ello, crecí como un niño temeroso y tímido.

Cuando crecí y pude dimensionar lo que viví, culpé a mis padres por la falta de protección y mi enojo hacia ellos fue muy grande. No sabía cómo canalizar lo que sentía. Hasta que conocí el alcohol a los 15 años y me sentí sin inhibiciones. Esta sensación me atrapó porque me dio una seguridad en mí mismo. Sin embargo aquel hecho se convirtió en un periodo de 33 años durante los cuales bebí alcohol sin parar, destruyendo a mi familia, mi carrera y mi patrimonio.

Me casé a los 22 años y hoy tengo dos maravillosos hijos. Pensé que este acontecimiento cambiaría mi vida descontrolada. Desafortunadamente no fue así y continué por muchos años más pensando que yo podía manejar esta adicción. Mi familia e hijos que atacaban constantemente para que hiciera algo al respecto. Yo me enojaba mucho y me negaba a recibir cualquier ayuda. Mi hermana, con quien siempre he sido muy cercano, desde hacía muchos años me platicaba de Narconon y me decía que lo mejor que podía hacer por mí y por mi familia era hacer el Programa.

Mi vida sólo giraba en torno al alcohol. La familia y el trabajo no entraban en la lista de mis prioridades. En una ocasión mi hija ,que era muy pequeña, sufrió un ataque de asma terrible. Yo no me encontraba en casa y, como siempre, estaba bebiendo. No sólo no acudí al llamado de auxilio de mi hija, sino que pedí que le hablaran a un médico para que me mantuvieran informado acerca de su evolución.

Tomaba de lunes a domingo llegando a consumir mil litros de cerveza en una semana. Muchas veces me quedé tirando en las cantinas y en las banquetas. Hoy pienso en mi pasado y me siento muy afortunado de que jamás me haya sucedido nada. Me habían podido atropellar, podría haberme muerto en un accidente o podría haber comprometido seriamente mi salud física y mental a consecuencia del alcohol.

El alcohol y las demás drogas son iguales y te llevan al mismo sitio: sensación de miedo, pánico y asecho. Además de otras consecuencias más graves como el hospital, la cárcel o la muerte. En mis borracheras no veía estas situaciones de riesgo y cuando sentía que la ansiedad, el miedo o la tristeza se apoderaban de mí, callaba estas emociones con más y más alcohol.

En esta espiral descendente hubo tres momentos que marcaron mi vida y que me hicieron pensar que esta situación debía parar y que en definitiva necesitaba una ayuda como un programa de rehabilitación. Sin embrago volvía a callar esas voces en mi cabeza con más alcohol.

En una ocasión, un día de mi cumpleaños, lo celebré en la cantina a la que acudía con frecuencia. Fue tal la cantidad de alcohol que bebí que me quedé profundamente dormido y por más intentos para despertarme no lo lograron y como tampoco lograron cargarme para llevarme a mi casa o a un lugar seguro, decidieron cerrar el lugar conmigo dentro. Aproximadamente a las 3:00 de la mañana me desperté porque sentí algo extraño. Cuando recobré la razón me di cuenta de que lo que sentía eran ratas alrededor de mi que caminaban sobre mí y me estaban mordiendo.

Ratas

Me aterroricé y me molesté muchísimo pensando que de manera deliberada y por hacerme pasar una mala jugada los de la cantina me habían encerrado ahí. En vez de tratar de salir de ahí, busqué más alcohol para anestesiarme. Al día siguiente cuando abrieron la cantina pude regresar a mi casa.

En otra ocasión, le robé dinero a la misma cantina para seguir consumiendo. Al darse cuenta el dueño me amenazó de muerte sin que pasara a mayores el asunto.

En una tercera ocasión volví a robar dinero en la cantina. Esta vez la amenaza del dueño fue real. Tomó una pistola, me apuntó en la cabeza y activó el gatillo -afortunadamente estaba vacía.. En ese momento vi pasar mi vida y fue cuando me di cuenta de que mi forma de beber debía parar.

Lo único que hice en una primera instancia fue huir y pedir dinero prestado para resarcir el daño. A pesar de haberle pagado los $4,500 que había robado, seguía sintiendo mucho miedo y temía por mi vida. Mi hermana se comunicó conmigo y me dijo que ella ya no podía más con mi forma de vivir y que por ello prefería desconectarse y no tener más comunicación conmigo a menos que hiciera el Programa de Narconon. Para esas alturas, mi esposa y mis hijos ya me habían abandonado por su bien.

Ese mismo día hice las maletas y me fui a Narconon Navojoa. En el instante en que abrieron las puertas del Centro fue que comenzó el cambio total en mi vida. Nunca me había comprometido tanto con algo como lo hice con Narconon. Trabajé muy duro en el Programa y muchas veces quise desistir. Al sentirme limpio y con la mente más despejada después del sauna, me di cuenta de todo el daño que me estaba haciendo, prometiéndome que jamás me volvería a drogar. Hoy ya llevo algunos años sin consumir una gota de alcohol.

Conforme fui avanzando en el Programa, me iba sintiendo mejor cada día y siempre me encontraba entusiasmado para descubrir la nueva habilidad que podía adquirir. Narconon te da todas las herramientas para enfrentar la vida y, como parte del proceso, ayudas a otra persona a que se rehabilite mientras uno se rehabilita. Este hecho me ayudó mucho a darle valor a la lealtad, así como para ver que las acciones que uno realiza impactan invariablemente a otras personas.

Un día, junto con otro compañero del Programa, tuvimos la idea de ayudar a más personas para que salgan de las adicciones a las drogas y al alcohol. Este sueño hoy es una realidad y hoy contamos con 4 pequeños centros enfocados a ayudar a jóvenes de escasos recursos o en situación de vulnerabilidad con algunas herramientas que los ayudan a que tomen conciencia de los riesgo que corren y motivarlos para que hagan el Programa en Narconon Navojoa.

Además de los centros, vamos a las comunidades, a las escuelas y a los centros penitenciaros a darles conferencias y prevenirlos sobre los riesgos o explicarles sobre la manera de cómo pueden salir de su problemática.

Eduardo conferencia

Gracias a Narconon hoy tengo una mejor vida. Recuperé a mis hijos y le di sentido a mi vida a través de ayudar a más personas que, como yo, están atrapados en el laberinto de las adicciones. Seguiré trabajando para ayudar a más y más personas a que recobren el verdadero sentido de la vida.

Eduardo, Graduado de Narconon Navojoa

AUTOR
CZ

Cristina Zazueta

NARCONON NAVOJOA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS