Estaba en un hospital al borde de la muerte y Narconon fue mi médico.
Apenas tenía 13 años cuando la puerta de las adicciones se abrió para mí y fue con algo tan simple y dañino como un cigarrillo. Crecí viendo a mamá fumar y trayéndole los cigarros de la tiendita…para mi entraba en la categoría de cosas normales en la vida diaria. Claro me decían que era dañino pero mi inmadurez no me permitía verlo. A los 15 años probé la cocaína acompañada de mis amigas. Sólo fue por curiosidad y por querer encajar en un grupo. Para ser franca no me gustó la sensación por lo cual no se me hizo vicio.
Después de esa etapa de mi vida duré un tiempo tranquila cuando tuve a mi primer hijo y empecé a conocer lo que realmente era el amor. Ell tiempo transcurrió y llegaron un bebe tras otro… Mi vida era como la de una ama de casa normal criando a mis 3 hijos acompañada de mi pareja.
Después de 1 año de tener a mi hija menor pasó algo que nunca imaginé, conocí la cárcel estando aparentemente en libertad. Una vez más por curiosidad quise experimentar con otra droga tan popular que algunos conocemos como el CRISTAL. Fue la puerta que abrió las desgracias en mi vida y acabó con todo rastro de felicidad. Pensé que sería igual que la cocaína, que inhalaría algunas rayas, experimentaría con él y ahí acabaría todo, pero no fue así.
Pasé de inhalarlo cada fin de semana a fumarlo en cuanto abría los ojos. Debo confesarles que fumado fue mucho más adictivo. Cada día pensaba que yo lo controlaba y que cuando quisiera dejarlo lo haría, pero estaba tan cegada que no me daba cuenta que el cristal me controlaba a mí. Siempre pensé que a mí no me podía pasar esto, jamás me imaginé ser una adicta.
Mi espiral descendente fue rápida y de la misma manera empecé a perderlo todo... Mi matrimonio iba de pique, nos empezamos a distanciar muy pronto ya que buscaba todas las maneras de salir de casa sin él para poder consumir y claro él no tardó mucho en darse cuenta de mi adicción pues lo notó en mi actitud, en mi comportamiento violento hacia él pues en cualquier discusión inmediatamente quería golpearlo e incluso amenazarlo con cuchillos. Si antes tenía poca paciencia, con el consumo mi carácter empeoró.
Nunca
me drogué en presencia de mis hijos, pero en el fondo sabían que su mamá estaba mal y que ya no era la misma. Les confieso que la experiencia más dura de esto fue cuando mi hijo mayor de tan solo 11 años decidió dejarme, y fue tan claro al decirme que no pensaba batallar a sus hermanos “SON TUS HIJOS. BATÁLLALOS TÚ.” Sus palabras retumban en mis oídos cada vez que lo recuerdo.
Con mi familia también hubo mucho cambio. Pasé de ser una hija y hermana respetuosa a llegar a gritarles, ofenderlos. Traicioné tantas veces a mi familia.A mi madre también la traté muy mal, ella no se merecía conocer esa versión tan aberrante en la que me había convertido. Fue muy duro para mi porque mis hermanas también me dejaron. Claro que ellas con droga no me querían en sus casas. Me sentí tan mal porque estaba perdiendo a los que más quería, pero tampoco hacía nada para cambiar eso. Por el contrario, mi consumo empeoró y ese rechazo lo usé como justificación para perderme en la adicción. En vez de levantarme me hundí cada vez más.
Fue un solo año de consumo, pero un año en el que perdí muchas cosas valiosas que no supe apreciar. Cambié radicalmente y comencé a sentir que ya no era yo. Me sentía en un laberinto sin salida, pensé que para mí ya no había una vida después de las drogas.
En una ocasión una de mis hermanas me platicó de este programa. Sinceramente yo sólo acepté ir para taparle el ojo al macho como decimos aquí en Sonora. No tenía la más mínima intención de cambiar, pero quería que mi familia me volviera a tratar como antes o mínimo quitármela de encima. En noviembre llegué a Narconon Sonora acompañada de 2 de mis hermanas y mis padres. Fue duro el verlos partir pues me seguía sintiendo rechazada y abandonada por ellos, y mis ganas de cambiar no existían, el resentimiento aumentaba cada vez más al verme sola en medio de puros extraños.
En la etapa de la retirada mi cabello no salió de mi cara, me daba vergüenza que me vieran en esta situación. Aunque mi pensamiento no cambiaba y aún tenía en mente hacer el programa por compromiso, cada día entraba más en confianza.
Entrar a la sauna definitivamente fue lo mejor, y sí tuve momentos difíciles en el transcurso, pero gracias al supervisor y demás miembros del personal, no me di por vencida. Fue una etapa de mucha reflexión y culpas que salían a la luz, pero a pesar de todo, disfrutaba estar ahí pues comprendí que por primera vez estaba haciendo algo por mí. Fue algo hermoso darme cuenta de cómo estaban saliendo las toxinas de mi cuerpo que yo misma había puesto ahí. Pará mí este proceso fue increíble porque me limpió por dentro y por fuera, eliminó las manchas de mi rostro y mi piel cambió bastante. También les confieso que me pasó algo extraordinario, ¡LOS PUNTOS ENTERRADOS DE MI CESÁREA SALIERON DESPUÉS DE TRES AÑOS! Cuando descubrí eso después de la sesión de sauna no lo podía creer, no pensé que fuera posible hasta que lo vi y fue en ese momento cuando acepté que esto sí funcionaba. Fue un cambio muy radical para mí vivir este proceso y aunque hubo días en los que no aguantaba, pensaba que si había podido hacerle tanto daño a mi cuerpo era ilógico que no soportara hacerle un bien y eso me animaba a continuar. Definitivamente fue mi parte favorita del programa.
El recorrido de objetivos fue la parte más dura. Nunca pensé que funcionaran y decía ¿Cómo algo tan insignificante me va a ayudar?, Pero conforme fui avanzando me di cuenta que me ayudaban muchísimo a mi carácter pues siempre fui muy explosiva y de una gotita de agua hacia un mar. En esta etapa del programa aprendí a trabajar con paciencia y tolerancia, a cómo manejar las situaciones cuando me dé un arranque de ira… En los objetivos me preguntaba constantemente ¿Cómo voy a permitir que alguien más me dé ordenes? Me parecía imposible pero poco a poco comencé a recibir instrucciones sin enojarme y eso para mí fue sorprendente.
En el Curso de Altibajos también descubrí cosas muy importantes y me di cuenta de cómo estuve rodeada de personas antisociales y nunca lo vi hasta que hice este curso. El siguiente fue más duro, me costaba mucho trabajo admitir todos aquellos actos aberrantes que cometí. Era muy doloroso para m´I tener que escribir cosas que me negaba a aceptar. En ocasiones quería cerrar mis ojos e imaginar que nunca había pasado nada... varias de mis lagrimas se quedaron en esta etapa, pero al final fue muy reconfortante hacerlo pues sentía que el costal de piedras que cargaba lo habían quitado como por arte de magia. En el curso de Cambiando Condiciones también entendí muchas cosas e identifiqué zonas de riesgo en las que estuve junto a mis hijos y me arrepentí por ello. También tuve algunas pérdidas en el transcurso de esta etapa pues falleció un familiar allegado a mí, pero el dolor vino acompañado de una buena reflexión y tomé consciencia que ya no quería drogas en mi vida jamás.
“Entré a Narconon con la cabeza agachada y hoy me voy con la frente en alto y la cabeza bien arriba”.
Cuando me dijeron que había terminado el programa fue algo magnifico imposible de explicar. Corrí a la habitación a gritar y llorar de lo feliz y emocionada que estaba en ese momento. Mi graduación fue lo mejor. Sentí algo inexplicable cuando dijeron que por fin estaba libre de drogas. Sé que ha sido una experiencia inigualable en mi vida. Me siento tan orgullosa de mi misma y en lo que me he convertido gracias a este programa. Entré a Narconon con la cabeza agachada y hoy me voy con la frente en alto y la cabeza bien arriba. Me siento muy satisfecha y con muchas ganas de salir adelante y poner en práctica todo lo que aprendí para ser una mejor madre, hija y esposa.
Realizar este programa ha sido una experiencia magnifica porque me ayudaron en lo que jamás imaginé podían hacer y fue en cambiar mi manera de pensar. Me ayudaron cuando más perdida estaba y eso siempre se los voy a agradecer. Hoy pienso de la siguiente manera: estaba en un hospital al borde de la muerte y Narconon fue mi médico, no tengo una manera más clara de expresarlo. Yo pensaba que era una mujer muy débil pero aquí me di cuenta que no es así y hoy sé que soy más fuerte de lo que puedan imaginar. Este programa realmente funciona. Lo que no funciona son las personas que no quieren cambiar, y sé que afuera también tendré que ser constante como lo fui aquí. Agradezco a mi familia por apoyarme en todo momento y a todo el personal que realiza esta labor tan bella. Gracias NARCONON.