Todo comenzó como diversión y se convirtió en una verdadera pesadilla
Mi historia con las drogas empezó cuando tenía 26 años. Al principio, todo parecía un juego. Fumar marihuana o tomar tachas en las fiestas era algo que hacía con mis amigos, sin pensar en las consecuencias. Pero luego el cristal entró en mi vida, y lo que comenzó como diversión se convirtió en una verdadera pesadilla. En solo cuatro años, pasé de consumir ocasionalmente a hacerlo todos los días.
Recuerdo la primera vez que probé cristal. Estábamos en casa de un amigo, y como tantas veces antes, la curiosidad me ganó. En ese momento, no tenía idea del daño que estaba por hacerme. De hecho, hasta me reía de las personas que lo consumían, pensando que eso nunca me pasaría a mí. Pero la realidad me golpeó duro, y pronto me vi atrapado en un ciclo del que no podía escapar.
Al principio, seguía con mi vida normal. Trabajaba, estudiaba, y trataba de mantener las apariencias. Pero poco a poco, el cristal empezó a afectarme. Mi humor cambió, mis relaciones, especialmente con mis padres, comenzaron a deteriorarse, y me fui aislando cada vez más. Me escondía, avergonzado de lo que estaba haciendo, pero me sentía incapaz de parar.
Una mañana, después de una fuerte discusión con mis padres, me di cuenta del dolor que les estaba causando. Fue en ese momento, motivado por su sufrimiento y mi propia desesperación, que finalmente les pedí ayuda. Mis padres, siempre tan amorosos, no dudaron ni un segundo. Se pusieron en contacto con una tía que conocía Narconon Navojoa, y en cuestión de días, ya estaban haciendo todo lo posible para sacarme de ese abismo.
Cuando me dijeron que había sido aceptado en Narconon Navojoa, fue como si me quitaran un peso de encima. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que había esperanza, que tenía una oportunidad para recuperar mi vida.
Al llegar al programa, todo fue diferente. Desde el primer día, me sorprendió lo bien que me trataron. El personal fue increíblemente amable, y mis compañeros me hicieron sentir como si no estuviera solo en esto. Disfruté cada etapa del proceso. Durante la retirada, no sentí mucha abstinencia, porque ya venía mentalizado. Aunque la sauna fue un desafío al principio, debo admitir que se convirtió en mi parte favorita porque me hacía sentir físicamente mejor cada día.
La academia fue difícil, no lo voy a negar. Pero ahí aprendí a ser más tolerante, a tener paciencia, y a respetar a los demás. Hubo un día en que casi me rindo y quise abandonar todo, pero gracias a un compañero, mi “gemelo”, que me animó a seguir, logré quedarme. Y al final, hasta me divertí.
Los cursos de destrezas me enseñaron cosas que nunca había aprendido en ningún otro lugar. Y aunque el libro de valores fue difícil de completar, fue lo que más me ayudó a recuperar mi vida.
“Mi mayor motivación fue mi familia. No hay palabras para describir lo agradecido que estoy con mis padres, quienes estuvieron ahí cada domingo, dándome el apoyo que necesitaba”.
Mi mayor motivación fue mi familia. No hay palabras para describir lo agradecido que estoy con mis padres, quienes estuvieron ahí cada domingo, dándome el apoyo que necesitaba. Hoy, me siento feliz de haber terminado el programa y estoy listo para lo que viene, especialmente los negocios que tengo en puerta con mi familia.
Si hay algo que quiero decirle a quienes están en una situación parecida a la que yo viví, es que no tengan miedo. Anímense a pedir información, déjense ayudar por Narconon Navojoa. No están solos, y siempre hay una salida, por muy oscura que parezca la situación.
R.A., Graduado Narconon Navojoa