Con las drogas temí por mi vida y por la de mi hija

Mujer feliz
(Foto de Andrey_rage/Shutterstock.com)
 

Daniela tiene 23 años y una vida por delante. Con la ilusión de sacar adelante a su familia -integrada por su hija de 4 años, su mamá y su hermana-, decidió trabajar hasta tres turnos entrada la pandemia en 2020. Convivió con las personas equivocadas y con ello inició su adicción al cristal.

Al finalizar aquel año, después de esa etapa laboral, dejó el trabajo para terminar la preparatoria. “Me salí pensando que no era adicta. Y realmente lo creía, porque sentía que consumía poco. Creía que tenía el control. Entonces quise dejar la droga y de ese modo conocí la abstinencia. Allí empezó el infierno.”

“Las drogas no son controlables, ni tantito. El que ha consumido tan solo una vez, lo va a volver a hacer. Porque vamos rompiendo límites, así que querrás probar otra sustancia y una te lleva a otra. El tabaco te lleva al alcohol o al revés, y de allí te vas a otras drogas. Vas buscando más efectos sobrenaturales.

“Cuando quise dejar el cristal y conocí la abstinencia, iniciaron los ‘temblorines’, los pensamientos de querer drogarme, porque inicialmente lao usaba como medicamento y creía que no pasaba nada. Y seguía creyendo que no podía ser adicta, porque nadie en mi familia lo es, ¿por qué tendría que serlo yo?

“Empecé a consumir en casa porque no podía con la abstinencia. Y en vez de irme a la prepa, me iba de fiesta y así empieza el consumo social. Me empecé a desbocar un poquito más, consumía diariamente; conseguía más droga y me la llevaba a la casa.

“Realmente para mí un día de abstinencia era muy difícil, porque durante meses estuve acostumbrando a mi cuerpo a pequeñas dosis todos los días, hice el hábito. Conscientemente ya no quería, pero si veía alguna publicación relacionada con el daño que hacen las drogas, mi mente solo veía el cristal y se reactivaba la necesidad del consumo.

“Estuve tres meses en abstinencia gracias a un curso que tomé sobre superación personal, pero al tercer mes ya no podía, quedan muchos residuos en el tejido de la piel. Decidí poner un negocio donde antes trabajaba, en la central de abastos. Ese fue mi error, porque era donde ganaba dinero, pero también donde podía comprar el cristal y consumir muy a gusto.  El negocio se dio, lo logré, pero en poco tiempo lo llevé a la quiebra. Perdí la autoridad ante mis empleados y ya no tenía clientes porque la gente se daba cuenta de que andaba drogada.

“La persona con la que me relacioné íntimamente no era nada sana, me drogaba con él. Me daba dinero para la casa, así que mi familia no se enteró en ese momento de lo que estaba pasando: el desempleo. Era un bucle (círculo vicioso) todavía peor y venían cambios de humor muy grandes.

“A mi mamá le mentí con otro supuesto negocio. Esa es una habilidad que desarrollamos las personas adictas: la mentira, así como la manipulación. Algo que no me permitía mi conciencia era llegar y que mi hija me viera drogada así que, mejor no llegaba o lo hacía cuando estuviera dormidita. Dejé de ir a mi casa un día, dos o hasta cuatro. En una de esas, cuando llegué me di cuenta de que mi mamá había tirado toda mi ropa como un arranque de impotencia, porque al leer mi diario se enteró de que me drogaba. Tuvimos una discusión muy fuerte, fue muy difícil para ella confrontar esa situación.

“En ese momento despertó esa conciencia en mí, de que sí la estaba regando, de que estaba haciendo las cosas mal. Que tenía una hija, de que me estaba dañando, igual que a mi familia. Fue cuando decidimos buscar ayuda. Porque una vez que una persona ya es adicta, ya no cuenta con fuerza de voluntad, no puede salir de allí. Es válido pedir ayuda a la familia o a alguien de confianza; así fue como yo sentí el apoyo.

“Mi mamá empezó a buscarme ‘anexos’ y le dije que no era lo que yo quería para mí. Yo busqué mucha información de lugares donde pudiera encontrar una solución real y entonces encontré Narconon. Lo que me interesó fue el proceso de desintoxicación, yo creo que es lo más maravilloso, porque te da un cuerpo limpio y te da mucha esperanza de vida.

“Ingresé al programa de Narconon y es real que vuelves a tener una nueva vida, empiezas a ver los colores nítidos, a tener una realidad sobre tu entorno, ves la trasformación tuya y la de tus compañeros. La ilusión de volver a ver a mi hija y darle un beso, era enorme, es la parte más bonita.” 

“Ingresé al programa de Narconon y es real que vuelves a tener una nueva vida, empiezas a ver los colores nítidos, a tener una realidad sobre tu entorno, ves la trasformación tuya y la de tus compañeros. La ilusión de volver a ver a mi hija y darle un beso, era enorme, es la parte más bonita.”

En la próxima entrega de esta crónica, Daniela narra sus esfuerzos por rehabilitarse, así como las dificultades que surgieron en el intento. “Hasta cierto punto es normal una recaída, porque no entendí mi proceso de recuperación. Volví a consumir y entonces temí por mi vida, incluso por la de mi hija, pues con la recaída las cosas son cada vez peores”, concluyó.

Las personas interesadas en recibir informes para la rehabilitación propia o de algún familiar, así como las empresas que deseen recibir asesoría preventiva en adicciones para sus grupos de interés, pueden comunicarse a través de distintas vías.

AUTOR

Alfonso Rodriguez

Secretario al Público Narconon Sonora

NARCONON NAVOJOA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS