Mamá, no me gusta drogarme

Narconon Navojoa

Javier de 21 años, después de meses de convalecencia por el accidente vial en motocicleta que lo dejó con una pierna amputada, tuvo que adaptarse a una vida diferente. Si bien había salido venturoso de su rehabilitación por adicciones en Narconon Sonora, ahora con una discapacidad, su vida implicaba adaptarse a nuevos retos físicos y emocionales. Imelda, su madre, cuenta la historia de su primogénito Javier Alejandro.

Si tú crees que soy feliz, no es cierto

A pesar de que Javier salió feliz del hospital por el afecto de médicos, enfermeras, amigos y familiares, tras la amputación de su pierna, pasaron los días y llegó la depresión. Estaba enojado con la vida.

Con el accidente vino un cambio muy radical en su personalidad. Se encerró en la casa, no quería salir del cuarto, pasaba todo el día dormido, viendo tele. Fue una época muy difícil porque Javier se fue hasta abajo. Cuando menos pensé, ya estaba rodeado de esas amistades con las que ya no convivía y empezó nuevamente a consumir droga. Esta recaída fue diferente a las anteriores, porque estaba siempre de mal humor, furioso.

Entonces, yo llegaba a la casa y ya no estábamos solos, siempre había mucha gente. Fue una época horrible, pues cuando los muchachos están consumiendo drogas, son personas diferentes, cambia su mirada, su semblante, se transforman. Tenía que encerrarme en mi cuarto. Javier tapaba por debajo de la puerta, para que no se me metiera el humo, pero yo batallaba para dormir porque sabía lo que estaban haciendo y me sentía desesperada, triste, por no saber qué hacer. En realidad, sí sabía qué hacer con él, pero no sabía cómo.

Antes de que le amputaran su pierna, yo empecé a ir a grupos familiares de Al-anon y allí aprendía otra forma de ver la vida, a entenderlo a él, porque los adictos tienen una enfermedad, que afectan tanto su cuerpo como su alma. Sabía que mi hijo estaba enfermo del alma, intenté hacerlo todo por él.

“Mamá, no me gusta drogarme. Si tú crees que soy feliz, no es cierto. No soy feliz, estoy enojado porque no voy a volver a correr, no voy a volver a bailar con mis amigas; cuando tenga un hijo, no voy a poder traerlo en los brazos”. Yo le decía que tuviera confianza, porque con la llegada de su prótesis y si se volvía a alejar de las drogas, retomaría una nueva vida.

Éramos un buen equipo y él se esforzaba. A pesar de que estaba enojado y amargado, era un hijo amoroso. Yo llegada del trabajo y ya estaba la comida lista, me limpiaba la casa, seguía siendo amable conmigo.

Segunda oportunidad

Regresamos a Narconon Sonora, quería recuperarse nuevamente y tenía confianza en el programa. Esta vez lo vivió de manera muy diferente, pues entró con muletas y una sola pierna. Su estancia fue exitosa e, incluso al terminar, se quedó a servir como parte del equipo staff.

Cuando Javier se recuperó, yo sí tenía miedo de que saliera y volviera otra vez a esas malas amistades, pero no, él ya sabía lo que quería, aparte el tiempo que duró como staff le ayudó para realmente saber lo que quería. Fue diferente porque ya en la casa era otra tranquilidad, yo ya podía ir a trabajar segura, sin el miedo de llegar y encontrar estas personas otra vez. Él ya no se juntaba -como vulgarmente decimos- con estos muchachos.

Salió muy bien, completamente alejado de las drogas. Eso sí, en aquel entonces fumaba mucho y se me iba de vago, pero ya no se drogaba. Él tenía una novia, yo le decía que era su marida-novia porque Cinthia, la muchacha, pasaba todo el santo día con él, además de ir a la escuela. De hecho, tenían planes de casarse.

Yo tengo casa en Huatabampo y en algún momento determinado le dije que una casa era para cada uno de los hijos y el rápido eligió esa. En alguna ocasión me dijo: “mamá, creo que la Cinthia está embarazada”, ¿Y qué vas a hacer? Respondí. “Pues ponerme las pilas, que me pongan mi pierna porque vamos a vivir en Huatabampo”. Fue falsa alarma, pero él estaba muy ilusionado y fue uno de los motivos que lo motivaron a ponerse su prótesis.

Yo creo mucho en el programa Narconon porque vi cómo cambió la vida de mi hijo. No diré que no hice sacrificios, porque sí los hubo debido a las carencias económicas y a lidiar con el poquito tiempo que me dejaba el trabajo.

Cuando los hijos consumen drogas, uno como madre, padre o familiar también está en un infierno, porque estamos desesperados, tristes, viendo cómo nuestro hijo se destruye. Pero sí puedo decirle una cosa a quienes están pasando por una experiencia similar: hay un lugar donde se puede recuperar con dignidad; si su hijo quiere, puede volver a ser la misma persona que era antes. Narconon no es como creemos que son otros centros de rehabilitación, que son para gente pudiente, aquí pueden solucionar su vida y dejar de drogarse.

Como mamá, yo también quería recuperarme y estuve estudiando, porque mi hijo me lo dijo: “mami, ven a estudiar” y lo hice por él. Qué les puedo decir, sí se puede vivir libre de drogas. Sé que hay muchos otros lugares, pero aquí yo como mamá tuve la experiencia de ver la recuperación de un hijo adicto, no solo de su cuerpo, sino de su mente.

Así fue como el carácter de mi hijo mejoró, volvió a ser el muchacho alegre. Sí estaba aún un poco resentido porque no tenía su pierna, pero ya no estaba enojado. Platicábamos juntos y como todo joven, a mi llegada del trabajo me quitaba el celular y podía pasar mucho tiempo allí en las redes, conviviendo con sus amigos.

Fueron buenos tiempos, incluso, un día me pidió que hiciéramos una fiesta. Quería que preparáramos una carne asada para compartir con sus amigos. Nunca imaginamos lo que nos deparaba el destino para aquella noche.

Esta historia continuará en la próxima entrega...

Las personas interesadas en recibir informes para la rehabilitación propia o de algún familiar, así como las empresas que deseen recibir asesoría preventiva en adicciones para sus grupos de interés, pueden comunicarse a través de distintas vías.

AUTOR

Alfonso Rodriguez

Secretario al Público Narconon Sonora

NARCONON NAVOJOA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS