“Volví a Ser Yo”: Mi Camino a la Recuperación en Narconon Sonora
Mi infancia fue dulce y divertida. No teníamos lujos, pero vivíamos bien. Mis padres siempre fueron buenos conmigo, y recuerdo pasar mucho tiempo con mi hermano. En mi adolescencia, las cosas siguieron tranquilas, y fue en mi juventud cuando probé el alcohol por primera vez. Aunque nunca lo vi como un problema en ese momento, sería el comienzo de un largo camino que, con el tiempo, me llevaría a perder casi todo lo que amaba.
Estudié para ser ingeniero civil, aunque no terminé la carrera porque me casé joven y tuve que empezar a trabajar para mantener a mi familia. Cuando llegó mi primer hijo, ya consumía alcohol con regularidad. Mi vida parecía estar en orden: tenía una buena familia, un buen trabajo y una vida estable. Pero el alcohol siempre estaba presente.
En 2015, las cosas cambiaron drásticamente cuando probé las drogas. Aunque todo iba bien en mi vida y ganaba muy bien en mi trabajo, el consumo se volvió una parte constante de mi rutina. Me casé por la iglesia, formé otra familia, pero mi adicción no paraba. A pesar de que desde afuera todo parecía perfecto, por dentro me estaba destruyendo poco a poco.
El verdadero punto de quiebre llegó cuando, por trabajo, me mudé a otra ciudad. Estaba solo, y el buen sueldo que ganaba me permitía consumir drogas todos los días. La soledad y el acceso fácil a las drogas me llevaron a hundirme más y más. Me aislé de mi familia y, eventualmente, perdí a mi pareja y a mis hijos. Me quedé solo.
Recuerdo que fue un Día del Padre cuando, bajo los efectos del alcohol y las drogas, me di cuenta de que había perdido lo que más quería: a mi familia. Ese día supe que los vicios no eran la felicidad. Necesitaba recuperarlos y recuperarme a mí mismo. Fue entonces cuando decidí pedir ayuda, y mis padres, que siempre estuvieron a mi lado, encontraron Narconon Sonora. Esa fue la puerta hacia el cambio que tanto necesitaba.
Cuando llegué a Narconon, no estaba convencido de que pudiera cambiar. Era ingobernable, no quería aceptar que tenía un problema. Pero poco a poco, me di cuenta de que allí sí me daban la ayuda real que necesitaba. El proceso fue desafiante, especialmente el sauna, que despertó muchas emociones que había reprimido por años. Pero fue allí donde empecé a mejorar mi carácter, a practicar la tolerancia, y a reconectarme con la persona que una vez fui.
Recuerdo un momento muy especial en el proceso de objetivos, específicamente en el objetivo 3. Fue allí cuando, después de años, mi risa y mi felicidad volvieron. No puedo describir la sensación de volver a sentirme vivo, de sentir que podía ser feliz sin depender de las drogas. Hoy me siento como un hombre nuevo, en paz y feliz, dispuesto a luchar por mi familia, por mi vida y por mi futuro.
“Mi familia siempre estuvo conmigo durante todo el proceso. Nunca me dejaron de la mano, y hoy puedo decir que tengo unos padres excepcionales, a quienes siempre estaré agradecido”.
Mi familia siempre estuvo conmigo durante todo el proceso. Nunca me dejaron de la mano, y hoy puedo decir que tengo unos padres excepcionales, a quienes siempre estaré agradecido. Gracias a Dios, todo empezó a cambiar. Estoy muy contento porque no solo recuperé mi vida, sino también el amor de mis hijos, y mi sueño es que puedan ver en mí a un padre amoroso, no al hombre iracundo que fui. Mi meta es ser mejor que antes, y estoy dispuesto a trabajar por ello cada día.
A todos los que están en las adicciones, quiero decirles algo desde mi corazón: venir a un centro de rehabilitación no es motivo de vergüenza. Vergüenza es estar en la calle drogándote o acabar en la cárcel. Es un orgullo para mí ser un graduado del programa Narconon y poder vivir una vida libre de drogas. Si yo pude hacerlo, tú también puedes. ¡No esperes más para recuperar tu vida!
L.J., Graduado Narconon Navojoa