Un largo camino hacia la rehabilitación 

Hombre feliz
                           (Foto de ozgurcankaya/iStockPhoto.com)
 

En la secundaria comencé a beber con mi grupo de amigos. Era un juego y nos hacía sentir mayores. La sensación de ser un adolescente popular me gustó y quería demostrar que el alcohol y los cigarros eran cosas de niños, este momento fue cuando inicié con la marihuana.

Yo siempre he sido una persona muy alegre y activa, por lo que escalé en el mundo de las drogas con la cocaína y otros estimulantes como el Clobenzorex, a fin de contrarrestar los efectos de la marihuana y el alcohol.

Procuré ser un hombre responsable con mi familia, mis estudios y posteriormente con mi trabajo. Nadie de mi círculo cercano sospechaba que estaba metido en un problema de adicciones. Cuando me casé y tuve a mi primera hija, fui un esposo y un padre muy responsable.

Sin embargo, al paso de los años, la adicción me atrapó y paulatinamente dejé de ser el buen esposo que había sido. Empecé a tener problemas en mi matrimonio por las constantes fiestas a las que iba, trasnochando y desprotegiendo a mis seres queridos, aunque mi trabajo y mi economía aún las preservaba.

Un día ya no me satisfacía lo que consumía y decidí probar el cristal. Ese momento lo describo como el inicio de una espiral descendente hasta llegar al infierno, me transformó completamente, mi comportamiento cambió y me volví violento. Las pocas consideraciones que tenía con mi familia se esfumaron, estaba descuidando mi trabajo, así como mi economía porque todo se me iba en drogarme.

Para mi familia, este episodio de mi historia también fue una pesadilla, no sabían como manejar la situación. Mi esposa intentó aconsejarme para tomar una rehabilitación y al ver mi negativa, tomó la decisión de irse, llevándose a mi hija de mi lado. La soledad comenzó a cobrar la factura y esos sentimientos y destellos de lucidez los callaba con más substancia.

Mi esposa y mis padres se unieron para hacerme entrar por primera vez a un proceso de rehabilitación de drogas y alcohol. Se trataba de un anexo donde sólo estuve 18 días porque las condiciones eran imposibles de sobrevivir, estábamos acinados y nos alimentaban con puros deshechos. Vi la oportunidad para escapar y, sin dudarlo ni un segundo, lo hice. Regresé a mi casa con mucho enojo, resentimiento y con muchas ganas de seguir consumiendo.

Así continué por un par de años más, hasta que nuevamente los problemas en casa volvieron a rebasarme. Ya había perdido mis bienes materiales y dependía de mis padres y esposa quien ya no era feliz a mi lado pero, por el bienestar de mi hija, continuábamos en matrimonio. Una vez más contactaron a otro anexo al que me sometieron para tomar un segundo proceso de rehabilitación.

Las condiciones de este lugar aún eran peores que la experiencia anterior. Aquí reinaba la violencia y verdaderamente atentaban contra los derechos humanos. Ahí estuve durante casi cuatro meses. En varias ocasiones intenté escapar de aquel infierno, sin embrago me mantuvieron por algún tiempo amarrado y sedado con medicamentos. Al salir, mi rabia e ira habían crecido aún más, detestaba a mi esposa y a mis padres, sentía que no me querían y que sólo querían perjudicarme. Por lo que al sentirme libre nuevamente volví al consumo y rápidamente a engancharme con el cristal.

Hombe y Anexos
(Foto de Prapat Aowsakorn/iStockPhoto.com)
 

Al ver mi resentimiento tan grande, un tiempo después me llevaron a otro proceso de rehabilitación. En esta ocasión se trataba de un camino espiritual, me gustó mucho porque sentí un poco de paz. Sin embargo, no fue suficiente ante los años de consumo que llevaba y, a pesar de que me di cuenta de que tenía que cambiar esta condición, al salir volví a recaer.

Yo estaba sumergido en mi propio laberinto pensando en que ya no tenía remedio y que un día me alcanzaría la cárcel, un hospital o la propia muerte. No obstante, gracias a la búsqueda incansable de mi esposa, conocimos a Narconon. Investigué un poco acerca de ellos y me convenció totalmente darme otra oportunidad para rehabilitarme.

Al llegar a Narconon Navojoa, el recibimiento fue muy cálido y, a pesar de las malas experiencias que había vivido previamente, rápidamente me sentí en confianza y dispuesto a enfrentar todos los retos del Programa.

Cada día me despertaba muy contento al pensar la nueva habilidad que adquiriría al ir avanzando en mi Programa. Cuando terminé con la etapa de desintoxicación en el sauna, me sentí un hombre renovado y en mucho mejores condiciones, tanto físicas como de pensamiento. Con los cursos que tomé, me di cuenta del origen de mi adicción y tracé un plan de vida plasmando todos mis sueños y metas por alcanzar.

Me sentí tan pleno durante el Programa que cuando cumplí con todos los requisitos, decidí ser miembro del personal de Narconon Navojoa por unos 10 meses. En este transcurso de tiempo, mi matrimonio se hizo más fuerte y decidí regresar a mi casa porque había recibido la maravillosa noticia de que sería papá nuevamente de otra hermosa hija. Me sentía realmente feliz porque había recuperado a mi familia y había conseguido otro gran empleo.

En Narconon me dieron muchas herramientas para enfrentar la vida y mi día a día, las que utilicé frecuentemente por un lapso de 4 años y medio. Llegó el año 2020 donde el mundo se detuvo, el estrés por preservar mi ingreso para la protección de mi familia me alcanzó y, como mucha gente, perdí mi empleo. Dejé de utilizar los datos valiosos que me habían brindado en el Programa y un día ante la desesperanza de una pandemia y confinamiento, volví a consumir.

Mi esposa, al darse cuenta de mi recaída, me corrió de la casa y por primera vez sentí repudio de mi hija mayor. Estuve oculto durante unos meses hasta que mis padres me localizaron para llevarme nuevamente a un anexo en el que estuve por cuatro meses. Cuando por fin tuve visita en aquel lugar, logré convencerlos de que me llevaran nuevamente a Narconon, toda vez que ahí sí había experimentado un verdadero cambio.

Al llegar a Narconon Navojoa por segunda vez, sentí mucha vergüenza por haber fracasado. No obstante, nadie me juzgó por mi recaía y rápidamente me sentí muy cómodo en el Centro y nuevamente muy dispuesto a comenzar nuevamente con el Programa.

Narconon Navojoa
Narconon Navojoa
 

Me di cuenta de que en Narconon cuentan con la mejor tecnología para acabar con el círculo vicioso de entrar y salir de muchos procesos de rehabilitación sin éxito. También me di cuenta de que los datos y las herramientas realmente funcionan para acabar con la adicción y llevar una buena vida en familia con dinero bien habido, no obstante, se necesita un compromiso personal para llevarlos a cabo.

Hoy me siento afortunado por haber tenido una segunda oportunidad para emprender el vuelo y recuperar a mi familia. Hoy sé que puedo confrontar las vicisitudes de la vida y conquistar mis sueños.

¡Gracias Narconon!

Graduado de Narconon Navojoa

AUTOR

Alfonso Rodriguez

Secretario al Público Narconon Sonora

NARCONON NAVOJOA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS