La historia de Javier: 11 años de sobriedad y un nuevo comienzo

Javier, Graduado Narconon Navojoa
Javier, Graduado Narconon Navojoa
 

Mi infancia fue un regalo. Crecí rodeado de amor y apoyo en un hogar donde mis padres siempre estaban a mi lado, cuidándome y guiándome con su ejemplo y sabiduría. Mi niñez estuvo llena de momentos felices, y nunca me faltó nada. Mis padres eran mi mayor fortaleza, siempre preocupados por mi bienestar y atentos a mis necesidades. Pero al llegar a la adultez, mi camino comenzó a desviarse. A los 18 años, influenciado por mi entorno y mis propias decisiones, empecé a fumar cigarrillos y a beber alcohol. Al principio, estas conductas parecían inofensivas y comunes, pero se convirtieron en la puerta de entrada hacia algo mucho más destructivo.

Recuerdo claramente el día que probé cocaína por primera vez. Fue en un baile, una noche que comenzó como cualquier otra. Estaba bajo los efectos del alcohol cuando alguien se acercó y me dijo: “Te vas a alivianar”. Me ofrecieron un poco de cocaína, y sin pensarlo mucho, acepté. Nunca imaginé que esa decisión marcaría el inicio de una etapa oscura en mi vida. Lo que empezó como algo “ocasional” se convirtió rápidamente en un ciclo destructivo.

Al principio, sentía que consumir me ayudaba a mantener el control; ya no tenía esos episodios perdidos que solía experimentar con el alcohol. Esa sensación me hizo pensar que todo estaba bien, que podía manejarlo. Pero esa era una mentira que me contaba a mí mismo. Mi consumo escaló, y eventualmente llegué al cristal. Esa fue la etapa más oscura de mi vida.

El cristal me robó todo. Poco a poco, empecé a perder lo que más valoraba: mi familia, mis amigos y mi dignidad. Ver cómo mis seres queridos se alejaban, llenos de dolor y frustración, era devastador. Recuerdo claramente las miradas de decepción y tristeza en sus ojos. Intentaron ayudarme, se molestaron, me confrontaron, pero yo me negaba a aceptar mi realidad. Seguía mintiendo, negando mi problema y aferrándome a una vida que me estaba destruyendo. Cada día era una lucha interna, hasta que finalmente toqué fondo. Mirando el vacío en el que había caído, entendí que no podía seguir así. Fue entonces cuando tomé una decisión crucial: buscar ayuda.

Ingresar a Narconon fue una decisión que tomé por mí mismo, con el corazón lleno de esperanza pero también de miedo. Sabía que no sería fácil, y no lo fue. Durante el programa enfrenté mis demonios, lloré como nunca antes y sentí mi autoestima tambalearse en más de una ocasión. Recuerdo días en los que pensaba que no podría continuar, que el dolor emocional y físico era demasiado. Pero también recuerdo la paciencia y el apoyo del equipo de Narconon, quienes siempre estuvieron allí para guiarme y motivarme a seguir adelante.

El programa no solo me ayudó a superar mi adicción, sino que también me enseñó a conocerme a mí mismo. Aprendí a enfrentar mis miedos, a lidiar con mis emociones y a reconstruir mi autoestima. Poco a poco, comencé a recuperar lo que había perdido. Mi familia, que había sufrido tanto por mi adicción, empezó a confiar nuevamente en mí. Mis hijos y mis hermanos, quienes habían estado distantes, regresaron a mi vida, llenándola de amor y apoyo.

Hoy en día, mantengo mi mente ocupada con actividades que me llenan de energía y me mantienen firme en mi camino: trabajo, gimnasio y tiempo de calidad con mis seres queridos. Estos pilares se convirtieron en la base de mi nueva vida. Aprendí que mantenerme activo y enfocado es clave para no recaer. Cada día es una nueva oportunidad para ser mejor, para demostrarme a mí mismo y a los que amo que sí es posible salir adelante.

“Narconon no solo me dio las herramientas para superar mi adicción, sino que también me devolvió algo que creía perdido: la esperanza. Gracias a ellos, no solo estoy limpio, sino que también he encontrado un propósito y un motivo para seguir adelante”.

A lo largo de estos 11 años de sobriedad, he aprendido a valorar cada momento. Al mirar hacia atrás, veo un camino lleno de obstáculos, pero también de aprendizajes. Hoy me siento fuerte, en paz y profundamente agradecido. Narconon no solo me dio las herramientas para superar mi adicción, sino que también me devolvió algo que creía perdido: la esperanza. Gracias a ellos, no solo estoy limpio, sino que también he encontrado un propósito y un motivo para seguir adelante.

A las personas que enfrentan una lucha similar a la mía, les digo: nunca es tarde para cambiar. Puede parecer imposible, pero con determinación, apoyo y las herramientas correctas, se puede lograr. Estoy profundamente agradecido con Narconon, la casa que me ayudó a recuperar mi vida y que siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. ¡Gracias, Narconon, por darme una segunda oportunidad para vivir!

—Javier, Graduado Narconon Navojoa


AUTOR

Alfonso Rodriguez

Secretario al Público Narconon Sonora

NARCONON NAVOJOA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS