El Programa que cambió mi vida
Desde muy pequeño mis padres me inculcaron el amor y la disciplina por el deporte y aunque era muy bueno en ello, sentía que pasaba desapercibido. Conforme fui creciendo la pasión deportiva se convirtió en una exigencia y ya no lo disfrutaba porque se volvió una obligación.
Comencé a ser rebelde como un comportamiento normal de la adolescencia y al saberme bueno en el deporte quise destacar, convirtiéndome en una persona engreída y prepotente. En aquel momento ya estaba lejos de un amor deportivo y ya no me identificaba con mis compañeros.
Al tener ese vacío de amistades comencé a juntarme con los populares de la preparatoria y, como ellos, el alcohol y el tabaco fueron mis aliados para destacar de entre los demás. Desafortunadamente estaba obcecado y me sobrepasaba la necesidad de un reconocimiento social, ocasionando que no me diera cuenta de que el alcohol fue el picaporte al mundo de las adicciones.
Nunca olvidaré el primer encuentro con el alcohol, al instante me gustó porque me transformó en alguien desinhibido, extrovertido, feliz y hasta bromista. El complemento fue el tabaco porque me hizo sentir alguien con personalidad.
Hoy considero que el alcohol es la droga más peligrosa porque tiene un reconocimiento social y cultural tal, que te nubla la percepción del daño que te puede ocasionar al disfrazarse de inofensiva por su accesibilidad. El daño fue tan grande en mí que no pasó mucho tiempo para probar otras cosas y conocí la marihuana.
Quería tener experiencias y sensaciones nuevas y pensé que la marihuana era una manera segura de hacerlo. Me hizo sentir más relajado y enfocado en mis estudios, motivando que el consumo fuera más habitual sin darme cuenta de que me estaba haciendo daño por esta falsa creencia de un bienestar.
Conforme pasó el tiempo mi adicción fue incrementando y las drogas que consumía ya no causaban el mismo efecto, por lo que decidí probar las tachas. Su efecto me aceleraba totalmente y me generaba una euforia inigualable.
Un día ya no pude más y por lo mucho que consumía, estas substancias psicoactivas me causaron un estado de depresión y tristeza, sólo manejable con una dosis adicional. Por lo que mi adicción escaló aun más y decidí experimentar con el LSD.
Tres años de mi vida se fueron en el consumo del LSD y de las otras substancias, mi vida ya era una pesadilla y los problemas académicos y personales no cesaban, aumentando cada día más. Desafortunadamente esta situación no fue motivo para dejar de consumir drogas, al contrario, mis ganas de drogarme se incrementaban ante la necesidad de evadir todos mis problemas.
Fue entonces que la curiosidad me ganó y decidí probar la metanfetamina de cristal, conduciéndome al infierno total.
Con el cristal los sentimientos se fueron callando y apagando poco a poco, me volví totalmente insensible. A tal punto que ni siquiera me daba pena el daño tan grande que me estaba causando a mí y por consiguiente a mis seres queridos. Me encontraba totalmente atrapado en la cárcel de la adicción y encontré una fuga cuando comencé a inyectarme, no obstante, estaba cavando aún más la tumba en la que me encontraba.
Cuando tenía momentos de lucidez, la desolación me invadía totalmente y en verdad quería salir del hoyo en el que me encontraba.
Fue entonces que decidí pedir ayuda, asistí a diversos grupos y terapias, pero nada me funcionaba. La dependencia era más fuerte y sólo lograba estar por 2 semanas sin drogarme, presentando recaídas cada vez más fuertes. Lo que nunca se iba en mis recaídas era ese aire de grandeza que me hacía sentir invencible y, por lo tanto, las ganas de rehabilitarme se esfumaban.
Tenía el sueño de ser un gran hombre de negocios, pero sólo era eso, un sueño porque mi adicción me lo impedía. Esa quimera se había convertido en mi realidad, la realidad de un adicto que se sentía incapaz de salir de su propio encierro.
Así viví hasta que conocí Narconon. Decidí realizar el Programa de rehabilitación de drogas y alcohol porque ya no aguantaba la vida que llevaba, la desolación era mi única compañía y la de mis padres el sufrimiento al ver como destruía mi camino.
“Llegué a Narconon Navojoa el 9 de diciembre de 2017, día en el que volví a nacer porque le di un giro a mi vida de 180°”.
Llegué a Narconon Navojoa el 9 de diciembre de 2017, día en el que volví a nacer porque le di un giro a mi vida de 180°. Durante el Programa experimenté muchas sensaciones que ya no estaba acostumbrado por la obstrucción que les había puesto a mis sentidos y emociones. Me enfrenté a mi mismo y me volví a conocer, aunque no fue una tarea fácil.
El paso del Programa que me hizo cambiar fue el de la Desintoxicación de la Nueva Vida, en verdad sentí como mi cuerpo desechó muchas toxinas dañinas, a través del sudor por el sauna. Fue realmente milagroso y me devolvió la vida al cuerpo.
Como me sentía realmente bien, volví a experimentar esa sensación de ser invencible y, por ello, tuve muchos deseos de salirme del Programa antes de tiempo. Afortunadamente, conté con unos compañeros muy valiosos quienes hicieron que no desistiera del gran paso que estaba dando, recuerdo muy bien las palabras de uno de ellos “Cierra Ciclos” y ahí fue el instante en que entendí todo.
Para estar en posibilidad de alcanzar mis metas y sueños, tenía que hacer todo el Programa y hacerlo bien. Después de aquel discernimiento me sentí con mucha seguridad de que iba a salir de la adicción, además de que todo el personal me apoyó para que lo hiciera. Por ello, jamás me arrepentiré de haber elegido a Narconon para liberarme del infierno en el que vivía.
Hoy me encuentro libre de drogas y todas las áreas de mi vida mejoraron. Tengo un buen trabajo y estoy a punto de formar una familia, realmente me encuentro feliz y emocionado.
Gracias a Narconon Navojoa hoy tengo una calidad de vida excelente, sin su ayuda no hubiera sido posible.
A todas las personas que aún no salen de la adicción, los invito a que lo hagan. Será la mejor decisión de sus vidas.
Miguel Ángel, Graduado de Narconon Navojoa